Sebastiana se agota con rapidez, le duelen los huesos de los pies y casi no escucha. Su descendencia expresa los anhelos que comparten y tienen como pueblo originario. Creen que el turismo les puede ayudar.
Emiliana (hija) y Flora Alave (nieta) piensan en el futuro de su población.
Flora, la tercera de los nietos, sabe hablar inglés, hizo un curso de capacitación para guías de turismo y obtuvo un certificado de técnico medio.
“Quiero practicar, quiero que mi pueblo tenga caminos, que el albergue tenga equipamiento, pienso que los jóvenes ya no se irán si nos ayudan con el turismo”, compartió.
Emiliana la apoya y se preocupa, pero antes que todo dice que parte del premio que se le otorgó a su madre servirá para dos cosas esenciales: alimentación y salud.
“Quisiera un seguro médico para mi mamita. Se queja, se cansa rápido, le duelen la rodilla, los pies y ya casi no escucha”, comentó.
Flora está segura que con un poco de ayuda todo cambiaría para su comunidad.
“Queremos turismo, caminos para ir al salar y salir a lugares turísticos. Conservamos nuestro idioma originario, también nuestros tejidos, hay muchas cosas que les podemos mostrar. Yo no quiero que sigamos viviendo de solo producir quinua porque se entra el gusano y no tenemos con qué combatir”, explicó la joven madre, esposa y guía turística.
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