lunes, 17 de marzo de 2025

Anécdotas e historia viva: nueva ruta turística de las Casas Comerciales en el centro, donde germinó la semilla emprendedora cruceña

 Una nueva ruta turística en el 'casco viejo' narra historias de un tiempo en que Santa Cruz de la Sierra vibraba al ritmo de su floreciente comercio, teniendo como epicentro la calle Florida (antes conocida como calle de los carretones), donde estuvo el primer mercado de Santa Cruz: La Recova, que fue testigo silencioso de los grandes negocios cruceños y que atrajo no solo a comerciantes locales, sino también a familias inmigrantes europeas y árabes que dieron forma a las principales casas comerciales que traían lo inimaginable, incluso si había que encargarlo al otro lado del mundo. 

Cada esquina de esta famosa calle cuenta una historia de progreso y transformación que dio forma a una tradición de emprendimiento y comercio que ha definido a Santa Cruz de la Sierra y que sigue viva.

A fines del siglo XIX Santa Cruz de la Sierra experimentó una notable transformación económica, impulsada por el auge de la goma. El fenómeno trajo prosperidad, fomentando el nacimiento de numerosas casas comerciales, que fue el germen del espíritu emprendedor cruceño. 

Apellidos nativos de la región (Suárez, Vaca Díez y Salvatierra) y otros importados, en especial de Siria, Alemania y Palestina, establecieron negocios prósperos que crecieron en base a la demanda que generaba la generosa economía propiciada por la goma. Estas casas fueron las que desempeñaron un papel protagónico en el abastecimiento de mercancías diversas, desde telas finas, vajilla de lujo, incluso relojes de marca, para una población que era la más próspera del Oriente boliviano.

El dinamismo económico estaba asentado en torno a una calle en especial, la calle Florida, que primero fue conocida como la calle de los árabes y también de los carretones, pues estos llegaban con mercadería que era descargada para venderse en el mecado. Ahí estuvo el corazón del comercio cruceño. ¿Qué negocios destacan? 

La Maravilla ganó fama vendiendo objetos musicales, gestionaba importaciones desde Europa; la Casa Torres empezó vendiendo sal de piedra, café y chocolate en grano y pasó a monturas y accesorios para caballos y la ganadería; la Casa Dabdoub vendía telas de alta calidad, como linos de Irlanda y telas suizas; la Farmacia Telchi su línea de alimentos, cosmética y farmacia que permanece en el tiempo, así como el famoso libro de su propietario, don Abraham Telchi, que contiene 173.000 fórmulas, incluyendo contra enfermedades típicas como pitaí, hongos, remasalada y verrugas. 

En la lista también está la Importadora Suiza con sus relojes finos suizos; el Bazar Girasol que importaba productos desde Brasil, pero también los famosos y cotizados botones checos, así como los reputados vestidos de novia. La Casa Jerusalén hizo su fama con los fieltros ingleses y broderíes suizos, aunque más famoso era su propietario, Elías Nazrala, por su bondad y animada tertulia, que fue el primero en innovar ofreciendo crédito a sus clientes. 

La lista no estaría completa sin la famosa Casa Hércules, donde se encuentra de todo, desde una clavo de acero hasta una motocicleta. Su propietario, don Román, era conocido por su habilidad para conseguir cualquier cosa. 

La identificación de la ruta y las 8 casas fue posible gracias a la iniciativa de la Universidad Técnica Privada de Santa Cruz (Utepsa), cuya carrera de Administración del Turismo hizo posible este primer circuito de casas comerciales, que nació como un nuevo recorrido, todas las casas están ubicadas en la calle Florida, del 'Casco Viejo' y están vigentes con casi 70 años de trayectoria. El circuito fue propuesto en base a una investigación plasmada en el libro “Historia de las casas comerciales de Santa Cruz”, de autoría de Alejandra Caballero, jefa de la carrera de Administración de Turismo, y Juan Carlos Peña, de la carrera de Comunicación de la Utepsa.

Administración de Turismo muestra el mapa que hay en el libro,

El libro y el mapa

Un mapa fue la base del libro que se convirtió en un circuito comercial turístico. Todo empezó con el pedido de los propietarios de la Utepsa, de origen sirio, de dar a Santa Cruz un regalo en agradecimiento por su hospitalidad y calidez humana recibida en los 30 años que cumplió la institución de educación superior. El encargo se lo hizo a la carrera de Administración de Turismo y su jefa de carrera, Alejandra Caballero, involucró también a sus alumnos.

El mapa original es de autoría del proyecto "Santa Cruz Walk, la historia de una transformación urbana", a la cabeza de la arquitecta Benicia Chávez, que incluye una vasta cantidad de datos y memorias que documentan la evolución de la ciudad desde 1960 hasta 1980. De ahí sale una especie de rompecabezas con muchas casas comerciales de las cuales la investigación de la Utepsa solo tomó las 8 que están en sentido lineal sobre la calle Florida. En breve (octubre) se viene una segunda parte, porque más propietarios han manifestado su interés de formar parte de este circuito.  

El trabajo de Santa Cruz Walk da cuenta de que las casas comerciales no solo eran establecimientos de intercambio económico, también eran puntos de encuentro social donde la comunidad se congregaba para conversar, compartir noticias y fortalecer lazos. En estos lugares no solo se encontraban productos frescos o novedades de otras latitudes, también se creaba un sentido de comunidad y pertenencia. 

Este esfuerzo concluye que a través de las historias que sobre esta calle encontraron se entiende quiénes son los cruceños y de dónde venimos.  

Alejandra Caballero recalca que en el libro se relata por qué Santa Cruz tiene ese espíritu emprendedor que lo caracteriza y también descubre la influencia que se ha tenido de los migrantes, especialmente sirios, árabes, judíos, alemanes e italianos. 

"Hemos identificado en la calle Florida a las casas comerciales y a sus propietarios, o herederos y hemos hecho entrevistas para hacer una descripción narrativa y turística", explica.

"Lo que queremos es que la gente conozca a estas casas comerciales, cuál ha sido su aporte, qué es lo que venden, incluso cosas que ofertan desde el siglo pasado y todavía tener el privilegio de conocer a la familia propietaria", pone de relieve Caballero.

La investigación para plasmar el libro empezó en marzo del año pasado y en septiembre se concluyó. Y este 26 de febrero, aniversario de la fundación de Santa Cruz, se hizo el circuito inaugural, mismo que ya está en la programación de la Secretaría Municipal de Cultura y Turismo, que colocará un QR en cada casa comercial para que la gente pueda leer la historia de esta. De esta forma también se está revitalizando el centro turístico.

El recorrido dura hora y media, la idea es que se tenga la oportunidad de hablar con algunos de los dueños o herederos. Los estudiantes que participaron del primer recorrido quedaron impresionados, sabían de la existencia de las casas, pero nunca habían entrado. "En ese primer recorrido tomé más café que en toda mi vida, eso es parte de la hospitalidad de los propietarios", confiesa Alejandra, quien ya llevó a un grupo que llegó de visita de la Universidad Complutense de España.

"Uno se sienta al interior de las tiendas y viaja al pasado. Imagínese, en esos años ya vendían relojes de $us 200, en esos detalles uno se da cuenta de la bonanza y la cantidad de dinero que manejaban los cruceños y aprende sobre qué empresarios aportaron al desarrollo y sus instituciones", relata.

Para Caballero, su principal anécdota ha sido visitar todas las bibliotecas y consultar todo tipo de documentos. "En lo personal es una gran satisfacción el hecho de integrar a estas personas y hacer saber por qué es importante esa calle, fue un trabajo muy emotivo y emocionante. Es historia viva que no se ha quedado en las hojas del libro, ya existe la ruta", expresó con satisfacción.

Los jóvenes estudiantes del recorrido sabían de la existencia de las casas

A partir del comercio se crearon importantes instituciones

 Según el censo de 1981, Santa Cruz solo contaba con 95.060 habitantes, 239 eran extranjeros y tuvieron un impacto significativo en la configuración del comercio. En esa época se establecieron lazos comerciales con otras regiones, los productos locales se mezclaban con los importados y nuestra ciudad capital se convirtió en un crisol de culturas. 

La Cámara de Comercio nació con el objetivo de defender a estas casas comerciales y su papel era consolidar un entorno favorable para los negocios. Así promovió activamente el desarrollo económico de la región, así como el acceso a nuevos mercados y tecnologías. 

Ya en los años 30 se había creado el Comité de Obras Públicas ante la necesidad de mejorar la infraestructura de Santa Cruz, en especial de construcción de vías de comunicación para intercambio del comercio. Entre las décadas del 60 y 70 este comité experimentó una transformación significativa, debido a los frutos por la lucha por las regalías petroleras del 11%, ya que administró esos fondos. Y más tarde evolucionó y se convirtió en Corporación de Desarrollo de Santa Cruz (Cordecruz).

El tapiz de la historia se entreteje con las anécdotas

 La riqueza del recorrido es que no solo se muestra la casa comercial y lo que contiene, sino que además está el plus de que se puede conversar con los herederos del emprendimiento, generalmente lo hijos o nietos, que siguen con el negocio y que pueden compartir la historia de cómo se levantó todo desde cero, cómo era la Santa Cruz de esas épocas y las situaciones de las que han sido testigos. 

Casa Torres

Tiene 90 años de antigüedad, sus propietarios fueron Juan Moisés Torres y Lucrecia Rojas. Su dueño era conocido como 'el turco' justo y bonachón. Era un inmigrante de origen árabe. Al principio se dedicaba a vender productos básicos como sal de piedra, café y chocolate en grano, más tarde se especializó en productos y accesorios para la ganadería y el campo. Su hija Lucrecia es la que actualmente atiende. La casona conserva los tradicionales tres patios y ha sido remozada conservando el mismo encanto de sus días de gloria.

Casa Hércules 

Desde 1960 está en pie. Los dueños originales son Don Román Claros y su esposa, Leonor. La pareja originaria de Cochabamba se asentó en Santa Cruz y viajaban a Perú y Brasil para traer mercadería y novedades. Ahora son los hijos Rosario Teresa y Juan William los que han quedado a cargo. ¿Cuántos objetos tiene en inventario?, esa es la gran pregunta. La heredera solo revela que todo está bien inventariado y que de un mismo producto hay hasta 100 ejemplares. 

La Casa Hércules siempre fue el lugar donde se encuentra de todo, solo para darse idea de su variedad, podemos decir que la cosa más cara a la venta es una mesa de ping-pong que cuesta Bs 3.500 y la más barata, un tornillo de 50 centavos. En la época en que las muñecas de moda fueron las de la marca Estrela (la famosa Susi), esta casa comercial las traía, para ello se asoció con Gabriel Dabdoub, siendo este hecho un ejemplo de que los comerciantes ya hacían 'networking' sin sospecharlo.

Rosario creció en medio del bazar, rodeada de los más inimaginables objetos y artilugios, y fue testigo de cómo fue cambiando el casco viejo cruceño. Se sintió privilegiada por haber tenido acceso a los últimos juguetes de moda. "Hubo un tiempo en que las muñecas más deseadas eran unas del tamaño real de una niña, todavía conservo una y se mantiene idéntica, los juguetes de antes duraban para toda la vida", resalta.

Otro dato interesante de este lugar es que es uno de los sitios favoritos de los coleccionistas, que entre sus abarrotados pasillos tienen un mundo de objetos para atrapar la historia.

Casa Dabdoub

Se levantó entre 1902 y 1905, cerró hace unos 15 años. En su momento de mayor apogeo labró su fama por tener las mejores y más finas telas, como linos de Irlanda y telas suizas. Fue reconocida por su solidez económica, fue fundada por 'la turca Rosa', así la llamaban con cariño. Y llegó a ser tan próspera que incluso una vez prestó dinero para el pago de sueldos de otras empresas, lo que quedó en la memoria colectiva como un gran acto de generosidad, y colaboración entre comerciantes que no se hacían la competencia.

Farmacia Telchi

Tiene 78 años de antigüedad y fue propiedad de Abraham Telchi y su señora, Aurora Asbún. El bioquímico de profesión hizo fama creando y vendiendo remedios específicos para enfermedades típicas de Santa Cruz, como pitaí, remasalada, hongos y verrugas. Hoy en día es un laboratorio industrial farmacéutico y conserva como su mayor joya, un libro que contiene 173.000 fórmulas del doctor Telchi, que son su gran legado. 

Importadora Suiza

Existe desde hace 76 años, su historia la escribió don Abraham Landau, conocido joyero y relojero de origen polaco. Cuando los relojes suizos eran un lujo, él ya los traía y los caballeros más distinguidos, arropados por el auge de la goma, lucían uno en la muñeca como símbolo de estabilidad y distinción. Actualmente está a cargo de un descendiente suyo, Fernando Medina Cuéllar, que se capacitó en Suiza para seguir ofreciendo el mismo servicio que sus antepasados.

Bazar Girasol

Su legado empezó hace 66 años con Pedro Pereyra y Juana Ortuño. Novia que se precie de elegante y fina tenía que comprar todo lo necesario para su vestido en ese local, que se jactaba, por ejemplo, de traer los botones más requeridos que se fabricaban en Checoslovaquia. Actualmente está a cargo de sus dos hijas, una de ellas, Mery, es el rostro con el que de seguro se cruzará cuando llegue a visitar el local.

Casa Jerusalén

Tiene 69 años, empezó como emprendimiento de los hermanos Elías y Moisés Nazrala. Sus telas eran preciadas por ser del corte inglés y también fueron los primeros en traer las famosas camisas Manhattan. Con el tiempo se fueron diversificando con la venta de electrodomésticos y productos para el hogar.

Cuenta la leyenda que don Elías tenía una personalidad atractiva, era un sirio que era capaz de sostener amenas tertulias con sus amigos y clientes. E hizo historia al ser el primero en ofrecer sus productos a créditos, fortaleciendo así las relaciones comerciales y fomentando la fidelidad entre su clientela.

Casa La Maravilla

A Miriam Buchón siempre la va encontrar al interior de la tienda que heredó de sus padres. Se siente orgullosa por ser parte de una historia que todavía está en pie. Hija de Román Buchón, sigue trabajando en el bazar que se hizo conocido especialmente por traer instrumentos musicales desde Europa, pero en ese lugar, en realidad, se encuentra prácticamente de todo. "Hoy en día se tiene que ir a un lugar para comprar lana, a otro para conseguir pinturas, los negocios se han ido especializando y la gente tiene que ir de punta a punta pagando parqueo aquí y allá para hacer sus compras, mientras que aquí lo encuentran todo. Yo les digo a mis clientes, primero vengan acá y si no hay en La Maravilla, recién vayan a buscar a otro lado".

¿La Maravilla mantiene su esencia o ha cambiado en algo? La verdad es que sigue vendiendo las mismas cosas y es más, conserva los mismo muebles, el mismo piso. "La gente se emociona de ver de qué aquí nada ha cambiado. Llegan cruceños del exterior y se emociona hasta las lágrimas", revela su simpática heredera. 

Miriam apunta que el centro histórico cambió muchísimo. "Antes tenía vida, ahora hay que ser un héroe para seguir en pie", lo dice sin reparos. Ya hace unos 12 años empezó a notar su deterioro hasta lo que se ve hoy, "tan lleno de vagabundos, sucio y en abandono". Confiesa que tiene que cerrar a las cinco de la tarde porque "empiezan a desfilar los palomillos, los indigentes, y ahora hasta asaltantes".

No pierde la esperanza de que las autoridades competentes controlen el orden en el centro, que no permitan que los ambulantes se asienten, "venden fruta, chinelas, de todo, falta control para que no volvamos a ser un mercado, y que tampoco dejen entrar tantos micros", apunta entre las prioridades.

 

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